24 de junio de 2011

Pequeños, pero matones

El domingo pasado Rory McIlroy asombró al mundo por la contundencia de su victoria en el US Open. El joven se cargó el récord de golpes de Tiger Woods y llenó de cifras precoces su primera victoria en un grande. Casualmente, sucedió en el palmarés a su compatriota Graeme McDowell. Desde 1907 ningún otro país fuera de Estados Unidos (25 millones de licencias de golf) había conseguido enlazar dos ganadores consecutivos.

Como recordó Mike Nesbitt, miembro de la Asamblea del Ulster, habría que echar un vistazo a los últimos 10 ganadores del torneo para sorprenderse aún más: "Proceden de Minnesota, con una población de 5,3 millones; Missouri, 5,9; California, 36; Sudáfrica, 49,3; Nueva Zelanda, 4,3; Australia, 22,5; Argentina, 39; de nuevo California; Carolina del Sur, 4, 2 y ahora Irlanda del Norte, con sólo 1,7".

La rebelión de un país con una población semejante a la de la ciudad de Valencia, que anteriormente sólo había tenido un ganador de un grande (Fred Daly, el Open Británico de 1947) rememora gestas de países pequeños que interpretaron un papel capital en algún momento de la historia.

1. La velocidad del Caribe.

La imagen de Usain Bolt, Asafa Powell, Mullings preside en la actualidad la velocidad mundial. Jamaica (2.847.232 habitantes) es ahora mismo una fábrica que arroja sin descanso talentos a la recta en las dos categorías. No es, sin embargo, una moda del siglo XXI o herencia de lo que significó la hoy eslovena Merlenne Ottey. La tradición en la isla se remonta a los años 70 cuando Don Quarrie en 200 metros ganó la medalla de oro olímpica en Montreal. Además fue plata en los 100, por detrás del trinitario Hasely Crawford predecesor de Ato Boldon en un país de 1,2 millones de habitantes. Fue tal la eclosión de Crawford que le dedicaron dos sellos, el nombre de un avión y seis canciones en su país.

Pero quizás las dos islas más sorprendentes son Bahamas (301.000 habitantes) y sus 700 islas, muchas de ellas deshabitadas, y, sobre todo, St. Kitts and Nevis (50.000). De esta pequeña isla es Kim Collins, el campeón del mundo de 100 metros en 2003. De su gesta salió la campaña de Adidas de 'Impossible is nothing'. Incluso en Pekín logró el sueño de meter a su país en los Juegos con un relevo. Mientras, en Bahamas, un país que aloja a tres campeones olímpicos y que consiguió su primera medalla en Melbourne 1956. En la época reciente han aportado a Atkins, el velocista que escoltó a Tyson Gay en el podio de los Mundiales de Osaka y Don Thomas, el saltador de altura, que salta a tijera y que se adentró en la altura con botas de baloncesto y pantalones, saltando 2,20.

2. Las 'tablas' de Luxemburgo y Liechstentein

Entre Liechtenstein (35.000 habitantes) y Luxemburgo (480.000 habitantes) ocupan más o menos la extensión de la provincia de Cuenca, pero es innegable su contribución a la historia del Circo Blanco de varios grandes esquiadores. El principado es recordado en el Circo Blanco, principalmente, por los hermanos Wenzel, Andreas y Hanni. Él, coetáneo del gran Ingemar Stenmark a mediados de los 70, ganó el globo de cristal en 1980, año en el que fue plata en el gigante de los Juegos de Lake Placid. Ella, dos años mayor, fue la esquiadora que dominó el final de la década de los 70. Conquistó la general de la Copa del Mundo de 1978 y 1980, además del doblete corto (Slalom y Gigante) de aquellos Juegos en Estados Unidos.

Marc Girardelli, mientras tanto, sin la trascendencia de Jean Claude Killy o Stenmark, y sin la seducción de Alberto Tomba, fue el gran legado de Luxemburgo al deporte. No nació en el ducado, sino que tiranteces con el cuerpo técnico del equipo austriaco le hizo cambiar de nacionalidad y pasarse al pequeño país. Sumó cinco globos de cristal, hazaña que hasta la fecha nadie ha logrado así como 11 medallas en los Mundiales. El oro olímpico, sin embargo, se le resistió.

En su otra vertiente, la ciclista, el ducado ha aportado al mundo al gran escalador Charly Gaul, que sostuvo una bella pelea en los colosos del Tour con Federico Martín Bahamontes y, en la actualidad, a los hermanos Schleck, Andy y Frank.


3. Eslovenia, el vivero de la NBA en los Balcanes

Con menos población que el País Vasco y una extensión similar a la de la Comunidad Valenciana, nadie pensaría en Eslovenia como una gran potencia del deporte. Sin embargo, los dos millones de habitantes que poblan el país están empeñados en serlo, sobre todo en baloncesto. Allí es religión y los talentos salen a borbotones.

Hubo una época en la que era el país del mundo con mayor ratio de jugador de la NBA per cápita. Aún juegan allí Vujacic, Beno Udrih y Dragic, pero no hace mucho que pasaron por la Liga Nachbar, Brezec, Slokar, Nesterovic y Milic. Y a nadie le hubiera extrañado haber visto en aquellas canchas a otros como a Lakovic, Lorbek y Becirovic.

Pero el talento esloveno no se concentra sólo entre dos canastas. Pese a su reducida población, son uno de los únicos seis países que han disputado los últimos Mundiales de fútbol, baloncesto y balonmano. La desmembración de Yugoslavia supuso el nacimiento de un puñado de pequeñas grandes potencias. Eslovenia, claramente, es una de ellas.


4. Los pequeños gigantes del fútbol.

El balompié también conoce de algunos casos de jugadores procedentes de países diminutos que han sido capaces de superar todo tipo de prejuicios motivados por su origen para hacerse un hueco en la historia del fútbol. Los dos ejemplos más signiticativos quizás sean los de George Best y el de Massimo Bonini.

Mejor jugador de largo en la historia de Irlanda del Norte, Best fue la gran vedette -junto a Bobby Charlton y Brian Kidd- del espléndido Manchester United que conquistó la primera Copa de Europa para el club de Old Trafford en 1968 tras abatir de manera contundente al Benfica en Wembley por 4-1. 'Georgie' fue un genio tanto dentro como fuera del terreno de juego. Para muchos el mejor jugador del mundo a mediados de los 70, su gran pena fue no poder disputar un Mundial con su pequeño país, de poco menos de dos millones de habitantes.

Más singular si cabe es el caso de Bonini, un medio defensivo natural de la diminuta San Marino (31.704 habitantes) que alcanzó la gloria con la Juventus de Turín, a la que ayudó a ganar en dos temporadas la Recopa (1984), la Supercopa continental, la Copa de Europa (1985) en la tristemente célebre final de Heysel sobre el Liverpool y la Copa Intercontinental, ese mismo año.


5. San Marino, el principado del Circuito

La República de San Marino congrega a 32.000 habitantes a las faldas del Monte Titano, de donde debe proceder la palabra titán. Esos personajes mitológicos son la alegoría de lo que suponen Manuel Poggiali y De Angelis al motociclismo. El primero, dos veces campeón del mundo en 250 (2003) y 125 (2001) mantuvo el pulso con los chicos españoles que comenzaban como Toni Elías en el cuarto de litro y fue un piloto de referencia en la primera mitad de este siglo.

Alex de Angelis, mientras tanto, de 1984, ha heredado su destreza. Ha ganado dos grandes premios y quizás no ha cumplido con las expectativas que se anunciaron en 2003 cuando pese a su candidez quedó segundo en el Mundial de 125 que ganó Dani Pedrosa. Sus últimos titulares los ocupó por verse involucrado en la muerte de Tomizawa en aquel fatal accidente.