12 de febrero de 2011

El ciclista de los hielos

La distancia, 730 kilómetros, no es gran cosa para alguien acostumbrado a montar en bicicleta. Sí lo es la idea y el espíritu de la empresa: atravesar el lago Baikal, en Siberia, aprovechando los hielos del invierno, en soledad y sin ayuda externa. Esa locura era algo que llevaba rondando años en la cabeza de Juan Menéndez.
Este aventurero asturiano maquina sus retos con precisión. Sobre el mapa quedan muy bien, pero luego hay que hacerlos. Y desde luego, hay pocas cosas que le detengan cuando sale de su Pravia natal con sus cosas embaladas en grandes bultos.
Esta vez se trataba de algo nuevo. Ni desiertos, ni selva. Simplemente, agua. Agua helada. El agua congelada del lago Baikal, el más profundo de la tierra con 1.658 metros de abismo en su parte máxima. 10 centímetros de hielo soportan hasta 400 kilos de peso. Juan Menéndez sabía que, bajo sus pies, habría capas de hasta un metro de grosor. Así que las posibilidades de que los hielos se abrieran y se lo tragaran las aguas eran escasas salvo por una circunstancia: el lago Baikal registra hasta 1.000 movimientos sísmicos al año. Un pequeño terremoto y lo que es una pista de hielo puede convertirse en un gran agujero negro.

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