Graeme McDowell, de 30 años, ha entrado en las páginas de oro del golf mundial. Su victoria, además, cobrará una trascendencia especial por ser la primera que el golf europeo consigue en el US Open desde que lo lograra Tony Jacklin en 1970. Entre 1925 y hoy, sólo el inglés lo había logrado para el viejo continente.
McDowell, que hasta ahora sólo había ganado cinco torneos, se impuso con el par del campo en una jornada durísima, en la que el líder tras la tercera jornada Dustin Johnson, se desplomó desde el comienzo, enlanzando un triple bogey, un doble bogey y un bogey en los cuatro primeros hoyos. La debilidad del espigado de Carolina del Sur, uno de los pocos golfistas que es capaz de hacer un mate, que acabó al final en 82 golpes, abrió la puerta a todos, incluidos los ilustres: Tiger, Mickelson y Els.
Pero ninguno de ellos mostró una consistencia soberbia. A Tiger lo mataron "tres errores mentales", como él dijo. Mickelson fue Mickelson en su máxima expresión, alternando soberbios golpes con lagunas graves. Els no terminó de rematar.
Así, el torneo se fue apretando cada vez más entre McDowell y un sorprendente francés Gregory Havret, que no claudicó hasta el hoyo 17. Incluso en el 18 tiró para birdie, pero no metió ese putt lo que dejó en bandeja el triunfo al norirlandés.
Tras intentarlo en vano con Darren Clarke, Irlanda del Norte, que no tenía un campeón de un grande desde Fred Daly (Open Británico 1947), tenía claro que entraría pronto en el palmarés de los grandes, pero confiaba más en la joven estrella Rory McIlroy. Pero tuvo que ser McDowell, número 37 del mundo y jugador de la Ryder Cup en 2008, el que elevó la bandera de la cruz roja con el escudo a lo alto de Pebble Beach, que se tomó cumplida revancha con ningún jugador bajo par del roto que le hizo Tiger hace 10 años.
Discretos papel de los españoles
Sergio García fue el mejor de los españoles, después de ascender veinte puestos en la ronda final gracias a sus 71 golpes (par), para terminar en el vigésimo segundo puesto.
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