2 de septiembre de 2010

Fonsi llegó a sufrir riesgo de amputación

Las peores 48 horas en la vida de Fonsi Nieto tuvieron lugar en el Hospital Metodista de Indianápolis, desde el sábado por la tarde, cuando ingresó en compañía de su primo Pablo, hasta el lunes por la tarde, cuando los médicos tuvieron que intervenirle en el tobillo dañado de urgencia.
Fonsi, que ya el mismo domingo por la noche sufrió una parada respiratoria, según relatan Pablo y el traumatólogo madrileño Ángel Villamor, que siguió durante día y medio por teléfono las evoluciones del piloto, tuvo un segundo episodio crítico el pasado lunes por la tarde, esta vez por la presión que sufría en el tobillo recién operado.
"Fue horrible", cuenta Pablo, "porque después del susto de la parada, que yo creí que se moría, tuvimos otro el lunes, cuando Fonsi me dijo que no soportaba el dolor". Según parece, la acumulación de fármacos y una dosis de valium para aplacar los nervios le sumieron en un estado de sedación extrema y un equipo de numerosos médicos y asistentes tuvieron que reanimarlo con oxígeno a presión y otros medicamentos que lo sacaron del estado de letargo respiratorio.
El lunes, Fonsi comenzó a sufrir nuevamente un ataque agudo de dolor. "Avisé a los médicos para que le hicieran algo", relata Pablo, que en ese instante estaba solo en la habitación con su primo. "Yo hablaba con los médicos por teléfono según me iba explicando Pablo la situación", dice Villamor, traumatólogo de confianza —ya ha operado en algunas ocasiones a Fonsi—. Ángel Nieto, su tío, estaba en camino hacia España cuando le informaron y regresó a Indianápolis para estar con ellos.
El médico explica que la primera operación del astrágalo, quizás tardó demasiado en producirse. "Es un hueso que hay que fijar muy rápido, son cirugías que no pueden esperar porque estos huesos necesitan mucho riego sanguíneo", dice. Además, estas intervenciones suelen ocupar unas dos horas aproximadamente y la de Fonsi, según explica Pablete, "duró unas seis". Quizás porque se agravó. Debían haberlo operado el sábado y hasta el domingo no entró en quirófano.

Villamor fue comunicándose con los médicos estadounidenses para evitar riesgos mayores en el tobillo. "Yo les dije que, aparte de las radiografías había que hacer un scanner y finalmente se lo hicieron. Seguí hablando con ellos por e-mail y pensé que los dolores tan fuertes podían producirse por un síndrome compartimental agudo. Les dije que tenían que operarlo y así fue. Primero le aliviaron quitándole los puntos de las cicatrices y después le metieron en el quirófano. No había tiempo que perder. Abrieron a saco y dejaron las heridas abiertas con drenajes aspiratorios —un motor aspira todo el líquido inflamatorio—", comenta Villamor.
El riesgo de demorar el proceso hubiera podido ser irreparable. "En los síndromes compartimentales agudos la inflamación termina por colapsar la vena y en poco tiempo el pie se queda sin riego, lo que provoca un necrosamiento y el riesgo de una amputación", advierte el galeno, que ahora quiere traerlo a casa "cuanto antes para verlo en la Clínica San José y llevarlo nosotros directamente. A ver cómo ha quedado la síntesis de los huesos, que no haya nada que retocar y que no quede rigidez. Espero que en las próximas 48 horas esté aquí".

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