26 de junio de 2010

Larrazábal y Garrido acechan el liderato

El golf español se ha vuelto a postular para el asalto al título en un torneo del Circuito Europeo. La presencia de Pablo Larrazábal e Ignacio Garrido, a uno y dos golpes del líder del BMW International de Munich, el galés Bradley Dredge. El barcelonés repitió la tarjeta del primer día, 66 golpes. Sin la solidez de la primera jornada -sólo cogió una calle en los nueve primeros hoyos-, Pablo vive un momento dulce con el juego corto. "No he jugado bien, pero he metido muy buenos putts al final", decía el joven que sorprendió a todos en el Open de Francia de 2008 y que busca la última oportunidad de entrar en el Open Británico, ayudado en la bolsa por su hermano Alejandro, que jugó como golfista profesional el Masters y el British.
Por la tarde, en otro final primoroso -cinco birdies en los últimos seis hoyos-, Garrido, que sí se ha clasificado por las previas para St. Andrews, se arrimó al liderato. Si no lo logró, fue por los primeros nueve hoyos dubitativos, con tres bogeys y cuatro birdies, que le impidieron dar caza a Dredge, el último de los jugadores que sorprendió a Severiano Ballesteros cuando irrumpió.
El panorama español se anima, además, con la buena colocación de Álvaro Quirós, undécimo, a cuatro golpes y la buena jornada de Alejandro Cañizares, Rafa Cabrera y Gonzalo Fernández-Castaño, que también entran en el fin de semana con opciones de intentar ganar el cuarto título de la temporada para el golf español.
La cruz fue Sergio García. "Esto es lo que hay. No puedo hacer nada", dijo al acabar la segunda jornada que le apartaba del torneo con 76 golpes. Acabó el 150, cruelmente el mismo resultado que alcanzó en Carnoustie en 1999 en aquel Open Británico en el que tocó fondo para luego forjar su carrera. En estos momentos, está perdido. En su palmarés negativo también añadió una marca: jamás había fallado dos cortes seguidos en Europa. Al que sucedió en Madrid en mayo, se sumó ayer éste. Su siguiente parada será St. Andrews, con toda la importancia que ello supone.
Su colapso rescata casos de jugadores como David Duval e Ian Baker Finch, el australiano que modificó su swing después de ganar el Open Británico de 1991 para ganar más distancia, y ya no volvió a ser lo que fue. A Sergio le queda como coartada que tiene 30 años y mucho margen para reconducir una situación que ha tocado fondo.

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