29 de junio de 2010

Lilí Álvarez, la primera española que brilló sobre la hierba londinense

No hay muchos españoles que puedan decir que hayan destacado sobre la hierba de Wimbledon. Lilí Álvarez, uno de los grandes referentes del tenis nacional y mundial de los año 20, fue la primera jugadora de la 'Armada' en jugar una final sobre el verde londinense. Lo hizo en tres ocasiones consecutivas, pero no consiguió la victoria en ninguna de ellas. En 133 años de torneo, sólo Arantxa Sánchez Vicario ha conseguido superar en finales a Líli (4), que ha jugado las mismas que Rafa Nadal y Virginia Ruano (3).
La vida de Elia María González-Álvarez y López-Chicheri, más conocida por Lilí Álvarez, bien valdría para escribir un libro o llevarse al cine. Nació en Roma el 9 de mayo de 1905 en el seno de una familia de burgueses y aristócratas, se crió en Suiza y fue un símbolo del deporte español, bandera que defendió en las múltiples competiciones que participó. Desde jóven sobresalió por ser multidisciplinar. Practicaba el billar, el alpinismo, la quitación, el esquí y pilotaba coches de carreras, si bien destacó por encima de todo como tenista y patinadora.
La carrera tenística de Lilí comienza por pura casualidad. Después de destacar en el mundo del patinaje en su adolescencia, una grave lesión truncó sus aspiraciones y cambió los patines por las raquetas. Poco a poco se hizo notar en aquellos países donde vivió su familia (Suiza, Alemania, Francia e Italia). En 1924 se convirtió, junto a Rosa Torres, en la primera española en participar en unos Juegos Olímpicos, aunque donde dejó su tarjeta de visita fue en Wimbledon, donde hizo tres finales consecutivas entre 1926 y 1928, cayendo ante la británica Kitty McKane (6-0, 6-2) y la estadounidense Helen Wills (6-4, 6-2 y 6-3, 6-2). La prensa inglesa la apodo 'La señorita'. Su figura (fina y fibrosa), su imagen (cinta en el pelo como complemento de una blanca y larga falda), su juego (definido por ella mismo como "alegre y rápido") y su gran carácter y temperamento, encandilaron a muchos aficionados a este deporte y sirvió como referencia para generaciones venideras.
En el currículo de Álvarez se advierten un Roland Garros que conquistó en la disciplina de dobles en 1929 formando pareja con la holandesa Kornelia Bouman, tres semifinales en París en el cuadro individual (1930, 1931 y 1936), una final de dobles mixtos en el mismo Grand Slam (1927), dos Campeonatos de España individuales (1929 y 1940) y dos más en dobles (1941, 1942) además de las tres finales de Wimbledon ya reseñadas. Fue una de las mejores tenistas de una época en la que no había clasificaciones mundiales aunque sí reconocimientos y ella los tenía dentro y fuera de la pista. En 1941, con 36 años en su carné de identidad, decide colgar la raqueta para siempre.
Fue en esa fecha, tras perder su primer hijo y divorciarse de por aquel entonces su marido, cuando decidió afincarse definitivamente en esa España que había defendido tanto en el mundo del deporte, al que siguió ligada. Compitió en otras disciplinas antes mencionadas y terminó pasándose al 'otro lado'. Sus primeros pasos en el periodismo los dio en Argentina, con dos artículos encargados por La Nación que llevaron por título 'El gran enemigo de la estrella del tenis. el admirador' y 'El tenis y la mujer'. Luego cubrió la caída de la II República y la Guerra Civil española para el Daily Mail, firmó crónicas deportivas en Arriba y La Vanguardia y fue la enviada especial de Blanco y Negro para la Copa Davis de 1965 que enfrentó a España y Australia.
El 8 de julio de 1998, ya con 93 años de una aprovechada vida, Lilí Álvarez se despedía en Madrid del partido que jugó siempre de forma atrevida. Hoy, una docena de años después, todavía nos acordamos de esa volea a media pista que la hizo llegar hasta tres veces a la final de Wimbledon y entrar en la historia.

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